Cuando una novela te ha gustado mucho, es muy complicado hacer una reseña, porque aunque el blog solo sea para contar mis impresiones, ante un libro como este, siempre creo no estar a la altura.

En este caso, me pasa eso. Alfonso Del Río ha conseguido escribir un libro, al que no le sobra ni una de sus 622 páginas.

Además, para mí tiene un plus importante: la historia principal se desarrolla en el Bilbao de los 80, en concreto entre el 83 y 84, cuando yo todavía vivía a 30 km. del Botxo. Y claro, las descripciones son tan precisas, tan bien hechas, que he vuelto a recordar esa época, que aunque lejana para mí, que era una niña, aún tengo vívida en mi mente. Una época que fue tan dura en el País Vasco, tanto por ETA (aunque no es un tema que aparezca en el libro más que de pasada), como por la situación de la industria en Vicaya, cada vez más decadente,

como por esas inundaciones tan terribles, que arrasaron la capital y varios pueblos el 26 de agosto del 83 .

Pero a la vez, una época en la que el Athletic ganó dos ligas seguidas, que hicieron salir a todo el mundo a la calle a celebrarlo, a ver pasar la gabarra por la Ría.

Pero, vamos a la historia:

HISTORIA:

Alterna tres tramas diferentes, que al principio parece que no guarden relación alguna, pero que, poco a poco va hilando, de tal manera que al final logramos comprenderlo todo.

Por un lado tenemos a Alain Lara, un jugador de fútbol, que tras años de jugar en el Valencia, vuelve a su Bilbao natal a jugar al Club que le vio nacer, el Athletic de Bilbao, donde se formó en su cantera, en Lezama. Alain es un joven tremendamente reflexivo para su edad, muy cauto, muy pausado, de los que prefieren pensar dos veces lo que va a decir:

» –Si tengo mucho que decir es porque suelo decir poco y escuchar mucho.»

Su abuelo, Rodrigo Lezo –su única familia–, que también jugó en el Athletic en su juventud, está inquieto; pero no le dice nada y él no pregunta. Un día, encuentra una fotografía antigua entre las cosas de su abuelo: al fondo, un avión de hélices, al frente, cinco personas, una de espaldas observando el avión, un niño, y otros tres de frente. Uno de esos tres era su abuelo. ¿Qué hacía su abuelo allí? Tampoco llegó a preguntárselo, porque al poco tiempo, unas tremendas inundaciones asolaron Bilbao, y su abuelo aparece muerto.

Poco después, viendo la televisión, ve un reportaje sobre Ignacio Aberasturi, candidato a la presidencia del Banco del Norte, muerto en un incendio accidental. Pero lo que le trastorna  es una imagen antigua del empresario, ya que es uno de los que aparecen en la foto de su abuelo.  Y es esa famosa foto la que decide que vaya a a Madrid, a ver a María Aberasturi, la hija del empresario fallecido, y la que hace a su vez que María vuelva a Bilbao para intentar averiguar junto a Alain lo sucedido, porque ella conoce a otro de los hombres de la foto, también hallado muerto en su casa en extrañas circunstancias.

A esa investigación se une Lucas Bieda, un inspector de la Policía Nacional, que a pesar de su apariencia física, con una cicatriz que atraviesa su rostro, su poca discreción, sus apestosos puros que según las circunstancias dice que tienen olor a canela, incienso o violeta y su difícil carácter, es el único que se atreve a investigar los sucesos. Es un personaje fantástico, de pura novela negra.

 «Hace ya mucho tiempo que mi intuición mandó a paseo a mi inteligencia. Nunca he sido muy listo pero me he equivocado muy pocas veces. Para mí, una corazonada tiene más valor que un millón de pistas.

Lucas Bieda»

Por otro lado, tenemos el diario de David Schaffer, que, escondido para evitar el peligro que le acecha, David decide relatar una especie la historia de su vida, o por lo menos, la parte que a él le interesa. Desde el momento en que dice de si mismo, que es el mejor abogado del mundo, decidí que es el personaje que menos me gustaba; quiere subir a lo más alto, aun a costa de pisar a quien se ponga en su camino o a renunciar al único amor que ha sentido en su vida, solo por conseguir dinero y poder.

Y finalmente, pero no menos importante, la historia del Extranjero, en Berlín de 1941. Un hombre implacable (y desconocido para el lector hasta casi el final del libro), que decide hacer el negocio de su vida: pretende vender a los nazis una máquina de cifrado, según él infalible, para sustituir a la famosa máquina de encriptado Enigma.

Tiene claro que va a conseguir su objetivo a cualquier precio, caiga quien caiga, ya que se trata de un hombre implacable. Pero en su plan perfecto comete tres errores, solo tres, que muchos años más tarde le costarán muy caros.

«Los días se suceden. Las semanas pasan. Los años vuelan. Y la rutina es peligrosa. Acorta la sensación del transcurrir del tiempo. Cuando te quieres dar cuenta, las decisiones importantes sobre la dirección que ha de tomar tu vida están caducas. Quizá no puedes tomarlas ya, o no te quedan fuerzas para afrontarlas. O peor… crees que ya no son tan importantes.

El extranjero»

En la parte del Extranjero, aparece un personaje aparentemente secundario, Maruska, que aunque no lo parece, juega un papel muy relevante en la historia. Es una joven prostituta, cuyo sueño es convertirse en guionista de cine, y todas las noches, cuando vuelve a su casa, escribe un guión, «La lágrima del lobo».

«Es mentira que si haces las cosas bien, el destino te premia con cosas buenas. Es mentira. En la vida te tocan unas cartas. Pueden ser buenas o malas. Y no importa si ganas o no la partida, lo importante es el rendimiento que saques de ellas. Yo no sé como he jugado. Pero lo que sí sé es que me han tocado las peores cartas del mundo.

Maruska Dvorák»

Y luego, cuando llegamos al final, nos quedamos con la boca abierta. Por supuesto, no voy a decir ni una palabra más al respecto, pero os aseguro que no me lo esperaba.

NARRACIÓN:

La manera de narrarlo es exquisita, con la combinación de las tres tramas de manera alternativa, por un narrador omnisciente en las partes de Bilbao en el 83 y Berlín en el 41. En el caso de la vida de David Schaffer, además de narrarlo en primera persona, emplea una tipografía diferente, similar a la de las máquinas de escribir antiguas, lo que sirve tanto para diferenciarlo, como para hacerlo más real.

Por otro lado, cada capítulo (aunque no se presenten como tales) de 1983 y 1941, van encabezados por una frase o un párrafo de alguno de los personajes que aparecen en el capítulo. Son citas excelentes, en las que hay que pararse y disfrutar.

Sin tener un ritmo trepidante, nos quedemos enganchados en las páginas, sin poder dejarlo, a medida que el ritmo va aumentando, hasta llegar a un final totalmente insospechado.

Todos los personajes, tanto los principales como los secundarios, están muy trabajados, muy bien perfilados. Yo tengo que reconocer que los que más me han gustado son Alain y su abuelo, tanto por el carácter de ambos, como por la relación que mantienen.

De vez en cuando, aparecen personajes reales novelados, que le dan un toque de realismo a la historia.

Utiliza un lenguaje claro, pero con una prosa muy trabajada, que deberíamos leer pausadamente, para disfrutarla. –Claro está, si se puede; porque yo, por ejemplo, no pude. Tenía que averiguar demasiadas cosas, atar todos los hilos.–

CONCLUSIÓN:

Es un libro que hay que leer y disfrutar, independientemente de si te gusta el fútbol o no, que realmente, es algo secundario.

A mí me ha encantado, y no solo por lo que he dicho al principio, que sí, que para mí un libro que se desarrolla en Bilbao ya tiene algún punto ganado, sino porque es una novela negra, pero con infinitos párrafos para detenernos y reflexionar.

«–La gente se estanca en la comodidad y ha olvidado el esfuerzo, la lucha, la ambición. ¿Qué opinas, futbolista?

–Sí, creo que la gente se estanca en la comodidad. Pero lo que ha olvidado es ser feliz. Solo esperan que les toquen buenas cartas. Pero la felicidad está en el camino, en el durante, en el juego. No se puede estar esperando toda la vida. O encontramos nuestra felicidad en lo cotidiano o no la encontraremos nunca.

David Schaffer y Alain Lara»

 

RESEÑAS