«INSPECTOR SOLO» David Jiménez «El Tito»

Título: Inspector Solo
Autor: David Jimenez «El Tito»
Editorial: VERSATIL
Nº de páginas: 376 págs.
ISBN: 9788416580880
Fecha de publicación: 11/09/17
SINOPSIS:
La vida de Marcial Lisón quedó marcada desde el mismo momento en el que el Asesino del café puso un pie en la ciudad de Cartagena. Conocer su identidad, dieciocho años después, lejos de haber supuesto un alivio para el inspector, hizo que descubriese que su pasado descansa sobre una mentira con la que es difícil convivir. Desde entonces, Sola, un galgo recogido junto a unos contenedores de basura, se ha convertido en su única familia. Su carácter hosco y alejado de lo políticamente correcto tampoco le ha permitido granjear grandes amistades; más allá de la de Zoe Ochoa, su compañera, y Sasha, una prostituta rumana con la que comparte algo más que sexo. Despertar en el interior de su coche, frente al edificio de Sasha, sin recordar cómo ha llegado hasta allí, y descubrir que la han asesinado, solo será el comienzo de una vorágine autodestructiva que alcanzará su cénit cuando Marcial compruebe que Zoe lo ha traicionado. Pero ¿por qué no recuerda nada de esa noche? ¿Cómo gestionar una investigación en la que las evidencias se empeñan en convertirlo a él en el principal sospechoso? Estos interrogantes sumirán la existencia de Marcial Lisón en una ingobernable zozobra en la que estabilizar su vida y demostrar su inocencia se convertirán en su verdadera obsesión.
IMPRESIONES:
Yo me leí en mayo «Muertes de sobremesa» y esperaba ansiosa la continuación, con lo que en el momento salió a la venta Inspector Solo, ahí estaba yo. Con lo cual, realmente, el libro lo leí en septiembre. Luego, con mis compañeros de Soy Yincanera, participé en una divertidísima lectura conjunta en noviembre y me lo volví a leer.
David Jiménez “El Tito” continúa con su inspector Marcial, que ahora se ha quitado el apellido Lisón, para pasar a ser el “Inspector Solo” como le apodan sus compañeros de comisaría.
Más negra que la primera novela de la serie, “Muertes de sobremesa”, que ya lo era, el inspector se enfrenta al asesinato de Sasha, la prostituta con la que se acostaba, sin saber si ha sido él el asesino, ya que no recuerda nada de la noche del asesinato y todas las evidencias apuntan a ello, incluso él llega a pensarlo. Por otro lado, la relación con su compañera Zoe, que era su único apoyo en la comisaría, no pasa por su mejor momento, ya que siente que le ha traicionado y se vuelca en su perra Sola y en una afición cada vez más peligrosa a la cerveza, hasta el punto de tener que beber en comisaría.
El arisco Marcial, que ya lo era en la primera novela, aquí lo es más, ya que si de por si es alérgico a las relaciones personales, con la única persona que se abría desde la muerte de su amigo Santi, era con su compañera Zoe y al sentir que ha perdido su confianza, ya que tiene una relación con su compañero Miralles que no le ha confesado (compañero con el que además se lleva fatal), si además le sumas una cierta tensión romántica que él no quiere admitir, pero que flota en el aire, tenemos una bomba de relojería.
Y eso es durante toda la novela Marcial: una bomba a punto de explotar, que a la vez intenta demostrar su inocencia, ya que sabe que tiene el tiempo contado. Se pasa el libro luchando contra su demonio interior, que no sabe nunca si gana o no la batalla. Y nosotros vamos leyendo sin respirar, queriendo saber, queriendo ayudarle sin poder, intentando consolarle cuando su pobre Sola está a punto de morir, queriendo decirle: ¡Idiota, deja la cerveza y vete a hablar con Zoe!
Me he quedado con una frase que me ha impactado, que piensa Marcial:
“…las personas no son lo que vemos, sino lo que no sabemos. Aquello que cada individuo oculta dice más que todo lo que muestra.”
Eso es Marcial. Lo que oculta. El Marcial duro, el de la comisaria, el que no se sabe el nombre de los agentes, es pura fachada.Yo me quedo el Marcial que cuida a Sola cuando está enferma, el que es incapaz de expresar lo que siente, el llora porque está solo.
En cuanto a Zoe, la evolución es diferente. En “Muertes de Sobremesa” veíamos a una joven callada, pero en la que ya se vislumbraba un carácter firme y en esta segunda novela, ese caracter se desarrolla, y encontramos a una Zoe mucho más madura, mucho más independiente y más fria, de lo cual en parte, Marcial también se siente responsable.
«Por primera vez, que él recordase, el sufrimiento de otra persona era capaz de atravesar esa gruesa coraza que le servía de escudo y podía sentirlo como suyo. Cada lágrima que resbalaba por las mejillas de la agente era una aguijonazo de inexplicable dolor para él.»
Creo que en este libro se ve la evolución de David Jiménez “El Tito” como escritor, de una manera impresionante. El ritmo no decae en ningún momento, todo lo contrario y nos lleva a un final que nos hace decirle: ¡Escribe ya la puñetera tercera parte, que necesitamos saber lo que pasa con Marcial!
Si el primero ya me gustó, desde luego, de este segundo tan sólo me ha quedado un pero: QUIERO MÁS.
Lidia Martínez Tubía
Leído 8/09/17
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La lectura y mi familia, son mi tabla de salvacion en mi pelea diaria contra la neurálgia del trigémino. Rendirme no es una opción
Hola Lidia, una gran reseña, muy de acuerdo con la frase de Marcial, es totalmente cierta, yo también quiero que escriban una tercera parte muy pronto. Un beso!!
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gracias por la reseña
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