«EL TIEMPO QUE NOS UNE» Alejandro Palomas
He querido empezar mi blog con este libro, porque después de haber leído prácticamente todo de Alejandro Palomas y decidir que es uno de mis escritores preferidos (de hecho, transcribiré mis reseñas sobre «Un hijo» y «El alma del mundo» en cuanto pueda y de «Una madre», «Un perro», «El secreto de los Hoffman» en cuanto me siente a escribirlas, o tal vez a releer los libros para poder hacerlo), «El tiempo que nos une» en concreto me llegó a lo más hondo. Pensaba que era porque me lo había leído este verano, en mi lugar preferido del mundo, en el pueblo de mi abuela y de mi madre, Alea, en Asturias, en un momento especial, pero no, no es eso, porque me lo he vuelto a leer y he vuelto a reír y llorar (mucho, he llorado mucho) como la primera vez.
La historia que narra es para detenerse y leerla poco a poco, para profundizar en la vida de unas mujeres, abuela, hijas y nietas, unidas en el dolor, en la lucha, en definitiva, en la vida. Me encantó la manera de narrarlo y como enfoca las diferentes historias de los personajes, que acaban confluyendo en una.
Las protagonistas son varias, pero sin duda es Mencía, la abuela, la que mueve los hilos, haciéndose la senil para conseguir sus fines, que no son otros que la felicidad de sus hijas y sus nietas. Tremendo el momento en que se pone la trenza de Lara Croft para ir a morir a la Isla del Aire, para reencontrarse con su bisnieto Tristán. Aunque la verdad, es que el libro está lleno de tremendos momentos de Mencía, con su abrigo de visón despeluchado, o cuando aparece disfrazada de Miss Yaya Noel.
Luego, están sus hijas, Flavia y Lía:
Flavia, que al principio aparece como presencia un poco secundaria, un personaje amargado y en permanente guerra con su madre, en el último libro reaparece en un florecer tardío y espléndido.
Y Lía, la hija, la madre, la que sufre por todos y cuida a todos, olvidando su propia vida. Ella es el faro de sus hijas vivas, su roca, al igual que Mencía lo es para todas ellas. La que olvida su tremendo dolor por la pérdida de su hija/amiga Helena, para seguir adelante para sus hijas y su madre. Aunque por supuesto, es imposible olvidar algo así.
Por otro lado, están las hijas de Lía: la omnipresente fallecida Helena, que sin haber aparecido en todo el libro en vida, es capaz de que sus seres queridos nos transmitan su fuerza y nos da unas tremendas ganas de haberla conocido.
Y sus hermanas vivas, Inés y Bea, que tienen que aprender a vivir cada una a su manera. Inés, superando el sufrimiento de la pérdida de su hijo Tristán, al que ni siquiera ha sido capaz todavía de llorar ni de nombrar. Y Bea, que pese a haber sido siempre la pequeña de la familia, está intentando crecer, porque ahora es su momento. Ambas tienen que aprender a vivir, cada una a su manera.
Lo he disfrutado de principio a fin, no puedo transmitir todos los sentimientos que me ha provocado, porque tiene momentos en que sientes que no puedes seguir leyendo porque te ahogas de dolor y otros en que Mencía te provoca unas ganas locas de reír. Me he quedado con muchas frases del libro pero hay una que me gustaría compartir con vosotros, con el permiso de Alejandro Palomas:
…”Llega una edad en la que nos damos cuenta de que vivir restando es vivir al revés porque hace daño, y la vida no es eso. Hay que aprender a sumar, hija, a sumarlo todo: el dolor, la pena, la angustia, lo vivido, lo que esperas vivir, lo que ya no…, los que se marcharon. Todo eso eres tú”…
Esperemos, que tal y como pone en la última página, continúe y podamos saber que ocurre con estas cinco maravillosas mujeres.
Por Lidia Martínez Tubía
Leído en Alea, Asturias en Agosto del 2017
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La lectura y mi familia, son mi tabla de salvacion en mi pelea diaria contra la neurálgia del trigémino. Rendirme no es una opción
Querida Lidia:
Impresionante tu reseña, que sensibilidad la tuya. Voy a leer el libro sin perder un minuto y por supuesto seguiré tu blog porque creo será de mucha calidad y muy instructivo.
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Muchas gracias, pero de verdad, si tienes oportunidad de leer el libro, hazlo, es impresionante, aunque el resto de la obra de Alejandro Palomas también lo es.
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No he leido nada de Alejandro Palomas, pero después de la lectura de tu reseña, lo haré sin duda. Parece muy emotivo.
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